sábado, 7 de febrero de 2015

El riesgo de actuar para comunicar



El otro día vi un largo spot en TV de el Gobernador de Córdoba, De la Sota. Lo agarré empezado, pero era largo. En él, se mostraba el discurso de “el Gallego” en la apertura de sesiones legislativas de la provincia fernecera, haciendo foco sobre un premio que le otorgará a los mejores tres promedios de las escuelas de los partidos del noroeste provincial. En seguida pensé: qué guachada, pone 5.000 pesos para cada promedio, para alentarlos, y gasta millones en comunicar esa acción. Luego, investigando más el tema, vi que no sólo iban a destinar dinero para los mejores promedios, sino también para quienes terminen la secundaria. Al margen de esta decisión de Gobierno, me quedé con ganas de expresar una reflexión vinculada a la relación entre la acción y la comunicación. Es peligrosos cuando los gobiernos comienzan a actuar para comunicar en lugar de actuar y cumplir con su obligación de comunicar. Este peligro, queda evidenciado cuando la comunicación de la acción cuesta más o igual que la acción misma. Cuando esto sucede, los verdaderos intereses quedan al desnudo y los funcionarios, al margen de que están realizando un mal desempeño, en lo práctico quedan expuestos a críticas muy duras, en las cuales siempre se usa peyorativamente al Marketing Político, denostando la actividad. Un comunicador debe tomar en cuenta estas cuestiones, ya que hacen a la reputación de los dirigentes y los partidos y a las relaciones de largo plazo que se pueden construir con los distintos segmentos de la ciudadanía. Lo mismo sucede con las acciones de RSE de las empresa, cuando estas no responden a una verdadera filosofía de responsabilidad. Son buenos sólo para decirlo e invierten más en esto último que en sus bondadosas acciones. La sed no es nada, la imagen es todo.

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