domingo, 6 de mayo de 2012

Comunicar la enfermedad de un Presidente


Hace un mes aproximadamente, me consultó una periodista amiga del diario La Nación sobre “Comunicar la enfermedad de un presidente” Me pareció muy bueno el tema y la nota resultante también. Por supuesto, como sucede con la información en las notas, se publicó solo un 5% de lo que respondí. Por ello me pareció piola transcribir la charla y compartir con ustedes mis pensamientos sobre el tema.


- La enfermedad de un presidente, ¿debe tratarse como un asunto de Estado? ¿Debe o no informarse lo que está pasando?

Creo que la enfermedad de un presidente puede o no ser un asunto de relevancia publica. Dependerá del tipo y magnitud de la enfermedad, así como también de las consecuencias potenciales sobre la persona que ejerce la presidencia y las consecuencias sobre su accionar diario. De estas variables depende si debe informarse o no: en caso de que la enfermedad afecte o pueda llegar a afectar las obligaciones de un Jefe de Estado, desde un punto de vista político y comunicacional, la enfermedad debe informarse.

- ¿Cómo puede alterar la imagen (para bien o para mal) de un presidente el que se sepa que padece una enfermedad grave? ¿Sucedió esto con alguno de los líderes latinoamericanos que en los últimos tiempos tuvieron o tienen cáncer?

La enfermedad de un presidente sin dudas puede tener consecuencias sobre la imagen que la ciudadanía tiene de este y, por consiguiente, consecuencias políticas. Un presidente debe ser percibido por la ciudadanía como alguien con las facultades necesarias para llevar adelante asuntos de alta complejidad. Si es percibido en una situación de debilidad, esa imagen de “presidente capacitado para el cargo” se puede llegar a desvanecer, viéndose afectada la legitimidad del mandatario.
Puede llegar también a afectar en el sentido inverso, ya que, de acuerdo a cómo sea comunicada la situación y a la imagen que el dirigente tiene en ese momento dado, el tema puede producir proyecciones de la ciudadanía o situaciones de empatía que, en caso de salir airoso o lograr una cura, incrementarían sin duda la imagen positiva del presidente.


-  Fidel Castro como Hugo Chávez se niegan a hablar del tema, ¿a qué puede responder esta estrategia de comunicación?

Esto puede responder justamente a un temor a ser percibidos en una situación de debilidad. La decisión también depende de los atributos de identidad que cada mandatario proyecta sobre la ciudadanía como parte de su estrategia general de comunicación. Chávez, por ejemplo, transmite el ser un presidente fuerte, que “va al frente”, que “va al choque”, que no le tiene miedo al “imperialismo yankee” Estos mensajes, generarían una disonancia con la situación de un presidente enfermo y débil. En el caso de Castro, se debe más que nada a un estilo de gestión propio de un sistema diferente al democrático. Ni la residencia de Castro es conocida por la ciudadanía.

No sucedió lo mismo con el “falso positivo” de Cristina Fernández, ya que antes de conocerse este diagnóstico, ella estaba trabajando fuertemente, tanto consciente como naturalmente, líneas de comunicación emocional como por ejemplo la ausencia de “él” o su rol de madre, lo que le permitió tener otro tipo de vínculo afectivo, positivo, con parte de la ciudadanía, que condicionó las percepciones generadas.

- De igual modo, ¿Por qué consideras que tanto Lula, como Dilma, Lugo y Cristina dieron transparencia a sus respectivas enfermedades?

Creo que la razón principal es que hoy en día la ciudadanía exige conocer este tipo de cuestiones y, en caso de que no se informe sobre ellas y luego sean descubiertas, el costo político puede ser altísimo. Se está dando una paulatina evolución de los sistemas democráticos hacia situaciones de mayor transparencia que están empujando nuevas iniciativas de participación ciudadana y “gobierno abierto”

-  ¿Cómo se explica que Cristina, que siempre se caracterizó por la opacidad de su política de comunicación e incluso contribuyó al ocultamiento del estado de salud de su ex esposo, haya sido tan transparente para informar su enfermedad y todo lo que sucedía por ello?

Sin entrar en polémicas acerca de si la opacidad o no de las políticas de comunicación de la Presidenta, creo que se explica justamente por lo que mencionamos anteriormente, por una lectura correcta de lo que exige el ciudadano y una medición acertada del riesgo que implica el ocultamiento de este tipo de enfermedades.

- ¿Cuál es la estrategia actual de Cristina, al mostrarse con la herida en el primer acto, al igual que hizo Néstor Kirchner luego de ser operado de la carótida? ¿Puede hablarse de una martirización?

Creo que es aventurado hablar de martirización, no es un concepto adecuado para explicar este caso. Sí creo, de todas maneras, que no fue un hecho fortuito. Mostrar la cicatriz fue un acto de comunicación premeditado con el objetivo de lograr empatía en la ciudadanía y cristalizar el atributo que estratégicamente vienen trabajando desde la muerte de Néstor Kirchner: la fuerza.

- ¿Alguno de los mandatarios latinoamericanos utilizó la enfermedad para reforzar su imagen? ¿Cuál y cómo?

Todo lo que comunique un mandatario debe ser para informar a la población y para contribuir a su imagen pública. Al comunicar un tema tan delicado como una enfermedad, los presidentes deben procurar que su imagen no se dañe. Es una cuestión política que todo dirigente tendría en cuenta. Es una hipocresía hablar de utilización y una inoperancia profesional no pensar en cómo comunicar para que impacte en la imagen del dirigente. A diferencia de la muerte, que con la comunicación puede llegar a convertirse en una sólida plataforma electoral y en una oportunidad política para los “herederos”, la enfermedad es un obstáculo para abordar comunicacionalmente, no un aspecto positivo.

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