
Creo que muchos de los puntos de esta reforma serán positivos. La publicación de encuestas por ejemplo, de gran influencia sobre el electorado y sobre la agenda de los medios, es un tema positivo aunque discutible, ya que la veda parece algo extensa y es cuestionada por censura. El hecho de prohibir al gobierno de inaugurar obras es importante aunque podría complementarse con la prohibición de lanzar planes sociales. La publicidad de gobierno deja un hueco, al no acotarse a programas de bien público. La comunicación de logros en esa etapa, bajo comunicación gubernamental, puede incidir en el voto aunque no lo proponga explícitamente. Esto puede generar desigualdades, que es justamente lo que se pretende eliminar. Pero la principal falencia, creo yo, es la ausencia de un tema que todo aquel que participó como fiscal o autoridad de mesa en alguna elección conoce: la boleta única. No hay justificación alguna para no modificar este punto, que es un eje que hace que hoy para hacer política hay que dedicarse más a construir el aparato electoral que a prepararse para gobernar. Esperemos que este punto, entre otros, al pasar por el Congreso, sean incluidos, aprovechando la actitud que manifiesta el ministro Florencio de no venir “con la verdad revelada”. Veremos como termina.
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